A pesar de que la idea de cuidar el planeta sea la clave para delimitar estrategias de apoyo para salvaguardar el medio ambiente, el sector de la construcción sigue impulsando directrices que permiten desarrollar metodologías que eviten el impacto ecológico y mejoren el rendimiento de las edificaciones actuales.
Esta premisa ayudó a que la arquitecta estadounidense Clare Miflin, miembro de AIANY (American Institute of Architects, New York) se cuestionara sobre cuáles serían las medidas pertinentes que deben tomar los arquitectos para ayudar a la reducción y recolección de residuos dentro de los edificios que diseñan y construyen posteriormente.
Esto en el marco de su ponencia en Urban Green Council, durante la cual analizó la gestión y el diseño integral de la ciudad de Nueva York, para el cumplimiento de sus objetivos enfocados al Zero Waste City. Conoce más de esta premisa en el siguiente enlace: https://www.zerowastedesign.org/
La industria se ha preocupado tanto por la ejecución de una obra, que la vida útil de la misma parece haber pasado a un segundo plano, y esto me permitió desarrollar este artículo que responderá su pregunta: ¿Qué podemos hacer?
Un reto mayor.
En Klarea, hablamos de materiales y tecnología que ven hacia el futuro y cuestionamos así las prácticas deficientes que dañan nuestros ecosistemas. Representamos un producto altamente sustentable que ayuda a las constructoras a trabajar inteligente para México, llamado BBD® y nos enfocamos en solucionar las inquietudes del gremio de manera cotidiana.
Entonces, con esto en mente, me puse a ‘escarbar’, pensando en todas las consideraciones que debemos tomar en diferentes etapas de una construcción y la aportación que podemos hacer para indagar en el concepto del “cero desperdicio”
Es indiscutible el gasto energético que conlleva un proceso estructural, aún con todas las consideraciones hechas durante la planeación de una obra. Ya que según el Consejo Internacional de la Construcción (Conseil International du Bâtiment por sus siglas en francés CIB), la construcción civil consume la mayor cantidad de energéticos en el planeta y lo hace de forma indiscriminada. Ya que para erigir un edificio es necesario de una gran cantidad de recursos naturales no renovables con un impacto exacerbado.
Contundente, ¿cierto?
Con el panorama en contra, cómo podemos darle la vuelta a las posibles soluciones. La respuesta es muy sencilla: la economía circular, la cual nos ayudará a ejemplificar tres consideraciones a continuación:
Economía circular en arquitectura: Edificios capaces de adaptarse fácilmente a las necesidades del usuario, utilizando materiales durables y de fácil mantenimiento, reparación y desmontaje.
1. Replanteamiento:
La frase “Querer es poder” encasilla perfectamente la necesidad de los constructores por evolucionar constantemente en su labor. La capacidad de adaptación a las innovaciones, y la resiliencia a factores que afectan su desempeño cotidiano, han facilitado un entendimiento colectivo que busca en esencia: el mejoramiento continuo.
Esta es la razón principal por la que cada vez son más los especialistas en el área, encargados de proponer materiales para la construcción que cumplan las especificaciones técnicas, de uso y de vanguardia, para trabajar de manera sustentable en función al crecimiento urbano.
La selección de materiales cobra una dimensión completamente diferente cuando las ventajas son visibles al momento de habitar los inmuebles. Por ejemplo: Ventilación, acústica o iluminación. Recordemos que cada una de estas propiedades, afectan el bienestar de las personas, creando sociedades cada vez más dinámicas que se preocupan por su salud física y mental.
Una planificación estratégica permitirá la adquisición de insumos eco-amigables de alta gama, producidos y montados de una forma tan precisa que impida el desperdicio de materiales.
2. Reutilización
Aunque existan muchas variantes de las que podemos hablar en éste artículo, vamos a enfocarnos exclusivamente en la captación de recursos en inmuebles ya desarrollados.
Que un edificio ya esté erigido, no es sinónimo de un buen funcionamiento estructural. Incluso una deficiencia mínima puede afectar gran parte de la construcción; Algo tan simple como falta de drenaje de aguas pluviales o la capacidad térmica en diferentes épocas del año, es un claro ejemplo del poder de un diseño óptimo para cada tipo de geografías.
Solo piénsalo un momento, no aprovechar los recursos naturales de una región (Ojo: de manera indirecta), como la lluvia, la temperatura o las condiciones propias del entorno, ¡ya es un desperdicio!, ya varios de ellos pueden ser reutilizados para el riego de áreas verdes, la disminución en el uso de calefacción, evitar gastos innecesarios en aire acondicionado, etc.
La reutilización es sinónimo de ahorro, y un edificio que puede solventarse a sí mismo, es ideal.
Paralelamente tenemos la opción y la capacidad como constructores de proponer este tipo de cambios a edificios desaprovechados para crear nuevos espacios que no aumenten el gasto energético global.
3. Reducción
Otro tema generalizado, que es difícil encontrar el vértice adecuado para dar un consejo. Podemos hablar de la reducción del colado in-situ en el montaje de una losa, hasta la reducción de desechos del que hablamos en el primer punto.
Sin embargo, como parte de una etapa final, pensando en que hubo un buen diseño y la estructura del edificio es la mejor, este punto recae en el usuario.
Así es, la responsabilidad de que un edificio se mantenga en total vitalidad, es de los propios habitantes, los cuales deben percibir todas estas mejoras como parte de una cadena cíclica que de preservación. Las ciudades verdes necesitan al igual que cada organismo en el planeta, un lugar donde crecer y desarrollarse.
¿Has notado la simplicidad en el accionar del urbanismo moderno? No se requieren realmente de un gran transformación para que cada una de estas aristas cobre fuerza, ya que el futuro de la arquitectura se encuentra en la pronta acción.
Lleva tus proyectos de construcción al siguiente nivel con nuestra experiencia y soluciones.