El rubro de la construcción ha marcado claramente su importancia para la salud económica del país; en principio porque da empleo a más de 700 mil personas y beneficia a otras 66 ramas de las industrias manufactureras, según estadísticas del INEGI. Y por supuesto, es esencial para el bienestar y desarrollo de la sociedad.
Con la llegada del capitalismo y, en consecuencia, la modernidad, así como otros conceptos que conforman el modelo económico actual, se produjo de forma orgánica y acelerada la necesidad de adaptar a la población a nuevos estándares de producción, demanda y consumo, incluyendo a los individuos y su contexto inmediato.
Cuando se trata de describir un proyecto, no podemos dejar al margen temas como el uso de suelo, la habitabilidad y especialmente la sostenibilidad. Las variables de la economía se encuentran intrínsecamente relacionadas con la arquitectura, y es un hecho que es importante explorarlas para dar pie a propuestas que combinen estos dos aspectos, para que al momento de construir cada obra, se beneficien nuestras ciudades y el medio ambiente.
De cierta manera, lo que se pretende en este artículo es exponer en primera instancia, las bondades de apostar por materiales alternativos, de reciclaje, mejor uso del agua y la energía, entre otros, para llegar a una optimización económica. En segundo lugar, también queremos esbozar el concepto de la edificación sostenible, para reflexionar tanto ingenieros como arquitectos y otros profesionales de la rama, en como esto también tiene un impacto en la economía social.
La arquitectura verde, ecológica o sostenible representa un ahorro significativo cuando hacemos una correcta administración de los materiales, especialmente si son alternativas que en un principio pueden representar una considerable inversión pero que al mediano plazo se recupera y genera ganancia con creces. Ejemplo de esto puede ser el uso de la energía solar, la geotermia, las terrazas verdes o los reciclados que propician una mejor calidad de vida a la obra y a sus habitantes.
Ahora bien, aquellas construcciones que toman en cuenta el hábitat, son edificaciones con múltiples compromisos: ambiental, económico y social.
Las ciudades son la base del crecimiento económico, la productividad y el desarrollo social de cualquier país. Esto representa un acelerado proceso de urbanización, por lo que su impacto en cada sector, especialmente en la economía, no puede tomarse a la ligera, pues toda construcción representa competitividad, infraestructura, movilidad, servicios públicos, deterioro ambiental, entre otros.
La respuesta a esto no es lineal sino multifactorial, es decir, que requiere de un cambio en la perspectiva de empresas, instituciones y gobiernos, donde los modelos tengan un enfoque solidario y favorezcan la inclusión desde lo económico, social, cultural, político y ecológico.
La tarea no es sencilla, pero si desde nuestras organizaciones favorecemos estos cambios, centramos al ser humano, su entorno y sus espacios como entidades que deben respetarse y mejorar sus condiciones de desarrollo, estaremos construyendo un mejor porvenir por y para todos.
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